Las Vegas

22.10.2022

Requijada intenta trepar por el terreno inclinado buscando la luz, a la vera del río, ahora salvaje, y aglutina una intensa variedad de matices y colores en su término, desde el páramo sembrado de aromáticas a los oteros verdes de enebros. Más alejada y la última en anejarse a Santiuste de Pedraza, a mediados del XIX, exhibe un carácter propio y guarda a poca distancia un tesoro singular, la ermita de Nuestra Señora de las Vegas, patrona de las tierras de Pedraza, una joya notable del románico pedrazano. 

Perder su independencia debió de ser una cuestión mayor y la tradición recoge esta anexión forzada a Santiuste, no sólo de forma oficial, sino en forma de leyenda relacionada con esta Virgen. Cuentan que fue entonces, cuando los de Santiuste pretendieron llevarse la talla de la Vegas a San Justo, la iglesia parroquial del concejo, en un carro tirado por vacas o bueyes y, como era de esperar, nunca lo consiguieron; las bestias se negaron a proseguir el camino una vez que llegaron a la antigua linde que separaba los dos términos, de antiguo independientes y desde entonces administrativamente unidos. Por más que cambiaron las yuntas, no consiguieron sobrepasar esta simbólica frontera y, como es predecible, la imagen volvió a su iglesia de siempre, donde sigue y seguirá, siendo festejada por todos los pedrazanos al final del verano, en la tradicional fiesta de la Ofrenda.

La zona de las Vegas es, además, un ejemplo vivo de la evolución geológica del paisaje de esta tierra. La repoblación medieval trajo consigo un incremento demográfico importante que hizo de la agricultura, el pastoreo y las canteras de arena a cielo abierto su medio de vida durante siglos; esta sobreexplotación, junto a la dura meteorología, fue erosionando un suelo empobrecido por su uso constante y eliminando la escasa vegetación que podría haberlo protegido. La tierra de pastores se ganó entonces la fama de pobre, dura y desertizada. La actualidad ha probado ser en este punto muy diferente, devolviendo poco a poco a la zona el aspecto que podría haber tenido hace muchos siglos, pues curiosamente, el actual descenso de población[2]y la consiguiente mengua de tareas ganaderas tradicionales pueden, según los expertos, estar invirtiendo este proceso devastador que ha hecho ya revitalizar parte de su vegetación de forma espontánea.